Hoy
nos levantamos relajadas y de buen humor. Desayunamos tranquilamente y nos
vamos al pueblo a buscar comida para hacernos un sándwich de jamón. Compramos
pan, tomatitos y fruta y nos vamos hacia la playa para descansar un rato y
bañarnos antes del snorkel, que es a la una y media.
De
camino nos llega una mala noticia desde casa que truncará completamente el día…..
Aún así realizamos el snorkel y tratamos de disfrutar del momento. Paramos en
un lugar en medio del océano, pero que en la superficie no se ve nada. Sin
embargo, el fondo marino es una pasada. Hay unos corales alucinantes, parece un
bosque de flores de coral. Está bastante profundo, pero la visibilidad es
buenísima y se ve todo con claridad. Vemos una preciosa tortuga marina a la que
seguimos durante un rato… Aun así, aguantamos poco en este sitio porque las
corrientes son muy fuertes y se nos llevan, así que decidimos subir al barco e
ir a otro de los islotes que frenan un poco las corrientes. Aquí de nuevo los
corales son increíbles, hay de todo tipo y color con unos tamaños
espectaculares. A su vera rondan multitud de pececillos de colores…
Esta
vez hemos decidido comer ya en tierra firme nuestro bocata de jamón. De ahí nos
vamos a descansar al hotel porque hoy cenamos en un restaurante local que hay
en la misma playa, al lado de los puestos de los massais. Antede la cena nos
tomamos una maravillosa cerveza fría en el Big Blu.
El menú son calamares y langosta en ensalada
de entrante y king fish, pulpo y “see food” de segundo. El restaurante no tiene
luz y cenamos a la luz de las velas. Está todo bastante bueno, lo único que
falla es el pulpo a la brasa, que está cortado a trozos muy grandes y no está
“matao”…. Casi nos cuesta una muela!!!
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