Hoy
toca el último safari en Ruaha NP.
Quedamos un poco tarde, a las 7.30, así que como estamos acostumbradas a
despertarnos pronto, desde las 6 estamos dando vueltas en la cama oyendo de
fondo el rugir del sarubu satisfecho tras la cacería (es un sonido ciertamente
imponente que se oye hasta a 10 km de distancia).
Esta
vez seguimos el camino que va paralelo al río Ruaha, esto te asegura el
avistamiento de animales que van a beber. De lo primero que nos encontramos es
una manada de 9 leones, machos adultos incluidos. Estas manadas tan grandes
dice Gregory que se dan cuando hay abundancia de comida. Están apostados en la
ladera del río esperando que aparezca una inocente víctima a beber. Son buenos
estrategas y se colocan en diferentes posiciones para atacar desde diferentes
frentes. Tres de ellos están tumbados en el centro del río por el que pasa muy
poca agua, serán los primeros en atacar cuando se acerquen a beber y el resto
se unirá pronto a la cacería.
Estamos un rato esperando y vemos como se acerca lentamente una familia de elefantes entre los que hay alguna cría muy pequeña. Nuestro corazón palpita con fuerza, porque parece que no los ven! Se acercan a los que están en el centro del río más y más…. Los leones los miran atentos ¿será éste mi próximo manjar?. Pasamos un rato malo porque la distancia entre ellos es cada vez más pequeña, hasta alcanzar unos pocos metros! Tanto es que una de las elefantes, madre de un baby, va directa hacia uno de los leones…. Nosotras creemos que como son cortos de vista, no lo han visto, pero es para espantarlo! Buf!. Ante la embestida de la elefanta enfadada, éste se levanta y se aleja un poco. La manada de elefantes va pasando poco a poco mientras las elefantas lo máximo que hacen es poner las orejas en posición de amenaza. Los leones tendrán que esperar a una presa menos peligrosa…
El
resto del camino predominan unas fantásticas vistas, pero son pocos los
animales que vemos. El paisaje varía en diferentes puntos del parque y pasamos
de zona verde de vereda a precioso bosque de baobabs mezclado con euforbias,
que parece que son las únicas que resisten el ataque de los elefantes. Los
baobabs están pelados todos, sin excepción, pero Gregory nos dice que no
mueren, que tienen un buen paso de agua y nutrientes y que sobreviven al destrozo
de los elefantes. Y la verdad que vemos pocos muertos, no así de los otros
tipos de árboles que se encuentran caídos por doquier! Dicen que los elefantes,
si no son una población exacerbada, son buenos para el ecosistema, a pesar de
los destrozos que ocasionan, ya que son buenos diseminadores de semillas y
limpian las zonas más arbustivas para permitir la entrada de otros animales más
pequeños. A cambio matan muchísimos árboles.
EL BAOBAB ES A LA FLORA COMO EL ELEFANTE A LA FAUNA…
Paramos
un buen rato en una zona que parece “el picnic de los animales” ya que es una
zona de árboles frondosos donde se encuentran descansando una buena manada de
elefantes, jabalíes, impalas, jirafas, mangostas…. Vamos, que tenemos para
deleitarnos observando el comportamiento de uno y otro.
En
el libro de Gregory hemos leído que las jirafas macho no compiten en
alimentación con las hembras, porque las primeras comen con el cuello en
vertical de las especies más arbóreas y las hembras lo hacen con el cuello en
horizontal. Además, en el momento del parto se agrupan las hembras gestantes y
paren en una ”zona de partos” de la que disponen gestación tras gestación. Una
vez acontecido el parto, se agrupan las hembras con sus crías recién nacidas en
lo que se conoce como “kinden garden”. Hemos visto varias agrupaciones de este
tipo, en el que van las hembras con sus crías de edades parecidas.
La
comida la hacemos en el campamento de
las bandas. Está llegando mucha gente a ocupar las bandas el día de hoy y a
comer en las zonas preparadas para ello, de modo que el lugar parece mucho
menos peligroso, aunque los animales salvajes siguen ahí….
En
la comida Gregory nos sorprende con una botella de vino blanco tanzano,
concretamente de la región de Dodoma. El vino es dulce y muy rico, la pena es
que está a temperatura ambiente. Tiene 8,5º, así que nos deja con una modorra
considerable, ya que, por supuesto, la botella cae entera! No sé si también a
consecuencia del vino, pero en el coche echamos tremendas risas con Gregory y
con sus dificultades para pronunciar Ángel…. La “g” no forma parte de los
sonidos del Swahili y cuando ya aprendió a pronunciarla, la ponía donde no
debía, en fin… risas y más risas…
De
ahí ya nos vamos, ya que al final hemos decidido ir a un camping fuera del
parque. Bandas ya no había libres, ir al lugar de acampada nos daba miedo, así
que una buen opción era salir fuera y así mañana ya teníamos una hora de camino
avanzado. El camping al que vamos está en la población de Tungamalenga y
curiosamente, cuesta la noche solo 10$, cuando en el campamento del interior de
parque que no tenía de nada, valía 30$. Este camping tiene muy buenas instalaciones,
un estupendo restaurante, tiendas de campañas ya montadas debajo de los
clásicos tejados de paja para evitar que se mojen, cocina, baños limpios… Todo
ello en un lugar frondoso y agradable lleno de árboles de papaya de todos los
tipos y tamaños.
Llegamos,
montamos las tiendas y esperamos a que vengan del pueblo Saidi y Alfred para
que nos “saquen” a dar un paseo por el pueblo más cercano. Total que cuando
vienen, nos enteramos que está aquí al lado y que podemos ir andando. Así que
decidimos irnos por nuestra cuenta, ya que se está haciendo muy tarde, pero
Gregory se apunta enseguida… no se fía de dejarnos solas ante el peligro… como
es!!
Damos
un paseo de ida y vuelta por la calle principal, pero se hace enseguida de
noche y regresamos al campamento. En el camino, las conversaciones con Gregory
se hacen interesantes: política en España y aquí, igualdad de la mujer tanzana
y homosexualidad… Este último tema digamos que lo llevan “un poco mal” y aunque
recientemente han recibido la presión de Obama para que modifiquen sus leyes,
ellos no han querido. La homosexualidad está penada con la cárcel.
De
vuelta al camping nos tomamos una cerveza alrededor del fuego mientras Alfred
acaba la cena. Saidi se sienta con nosotras y nos da conversación, ya que hoy está
especialmente hablador. Nos cuenta que lleva desde el año 2003 dedicado a
realizar safaris como conductor, que viaja tanto al norte como al sur, pero que
le gusta vivir en una ciudad como Dar es Salaam, donde hay tanta gente que
puedes conocer y tantas cosas que puedes hacer que le parece
entretenidísima. Parece un tipo muy
sociable y necesita relacionarse con
mucha gente. Sin embargo, dice que no le gusta su ciudad de origen, que es
Arusha y que allí hace demasiado frío!! Unos 15º en los días más fríos…. También habla de venir a Europa antes de
morir y que le gustaría venir en invierno para ver lo que es el frío y la
nieve…. Éste no sabe lo que dice!! Nos habla de dos amigos españoles que tiene;
dos antropólogos que durante 4 años estuvieron viniendo 2 meses para realizar
excavaciones en el Ngorongoro y Saidi era su chófer. Dice que le gustaría ir a
visitarlos. La cerveza parece que le está agilizando la lengua inglesa, porque
en swahili habla mucho, pero en inglés no tanto, y también nos cuenta de las
costumbres que perduran de los ritos animistas africanos. Nos dice que a pesar
de que acogieron las religiones nuevas que les entraron (en su caso islamismo),
conservan parte de la cultura ancestral y creen en algunos ritos que tienen que
ver con la naturaleza. Nos habla del uso del pangolín, un animal con escudo
acorazado que es muy difícil de avistar por sus usos nocturnos y arbóreos, como
adivino del futuro. Le ponen varias opciones de comer: maíz, trigo, agua… y
según a donde acuda, indica una cosa u otra.
Gregory
nos llama ya a cenar. Alfred nos sorprende con una riquísima tortilla de
patatas y tras suculenta cena, a dormir. La noche está muy estrellada y da
gusto estar paseando a estas horas, pero hace frío y decidimos meternos en el
saco ya. Mañana nos espera un largo día de tránsito.
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